viernes, 4 de febrero de 2011

Hundamos al Huáscar!!!!

Hoy, el Vicepresidente peruano, Luis Giampietri Rojas, propuso terminar de la forma más simple y llana con las divergencias por la tenencia del buque de marras. Hundirlo. Así, tal cual.

Extraña, a decir lo menos, es la sugerencia del actual vicepresidente de Perú (y Almirante en retiro) de definir el debate sobre el Huáscar por medio de un "sinkex diplomático", un hundimiento programado entre ambos países, en una suerte de "mio o de nadie, pero nunca tuyo". Y en realidad, en una muy rebuscada dimensión, las palabras Giampietri pueden llegar a hacerme sentido.

El problema no es el Huáscar, el suspiro limeño, la chirimoya, los leones y la virgencita de no se que. En realidad, no se trata de tener o no tener algo en específico, sino más bien mantener un clima en que Chile se muestre como deudor del Perú, como una alteridad negativa, una especie de Némesis a todo evento.

El asunto pasa porque en Perú el nacionalismo esta encuadrado en partidos ad-hoc como el Partido Nacionalista Peruano, PNP de Humala , el Fredeconsa de De Spirito u otros que acogen a estos en uniones electorales, como la de PNP con Unión por el Perú (UPP) o algunos miembros de la coalición Unidad Nacional. Haciendo el paralelo con Chile, no existen partidos nacionalistas con representación en el congreso de Valparaíso y las fuerzas patrioteras en Chile no van mas allá de movimientos minúsculos como el curioso Partido Nacional Pinochetista (curioso, porque Pinochet le tenia tirria a los "señores políticos" y nunca se fió de partido alguno), Nueva Alianza Nacional y otros mas impesquisables aun.

Volvamos al norte de la Concordia. Tomando en cuenta solo la alianza de UPP y PNP, estamos hablando de 42 escaños del Congreso sobre 120. Es decir 35% del congreso peruano adhiere ideas nacionalistas, según indican los principios expuestos en sus idearios de partido. Eso no significa que el 35% sea nacionalista al cuadrado y sin más, sino que existe en el votante peruano y en su clase política una legitimación abierta y amplia de los principios del nacionalismo. Si no fuera el 35% y habláramos de la mitad, el fenómeno de fondo sería el mismo.

En ese orden de cosas, hay gente de la clase política peruana que encuentra atractivo y útil el estado permanente de tensión con Chile. Es una vaca que siempre da algo de leche, de cara a las cuitas internas. Hoy es el Huáscar, mañana las chirimoyas, el pisco o cualquier otro incordio. La cosa no es con nosotros, es con el concepto de Chile que la política interna peruana requiere para generar identidad.

Chile es un elemento de alteridad necesario para la identidad de cierto sector de Peru, una herramienta en el ajedrez interno, más allá de las reales e incluso legitimas intenciones de llevar el Huáscar a Callao, prohibir que Soprole haga suspiro limeño o que el pisco sea peruano por denominación de origen.

Hundir el Huáscar seria tan inoficioso como dejarlo en Talcahuano, en el Callao o en Tokio, pues si bien algunos buscan rescatar el buque para el inventario de la Marina de Guerra del Perú, existe una meta lectura en estos reclamos y exigencias de devolución (o peor aun, de destrucción) que nos habla de mantener el rescoldo de un tema que siempre es práctico para generar identidad. Un poderoso Némesis.

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