lunes, 28 de febrero de 2011

El hombre seminuclear: El Programa Atómico de Gadaffi (Avance)


El 26 de Febrero de 2004, mediante una acabada exposición, Paula DeSutterm, Secretaria Asistente para la Verificación y Cumplimiento del Desarme Libio, indicaba al Senado estadounidense que el desmantelamiento del programa nuclear de Gadafi estaba terminado y que aún quedaban algunas tareas pendientes en el área de armas químicas, las que ya estaban en vías de solución.
Sin embargo, en ese mismo texto, DeSutter indica algo que es interesante consignar. Explica que si bien las autoridades libias superaron todas las expectativas de los observadores en cuanto a colaboración, al punto de estar por sobre los estándares internacionales, la verificación en sí de la destrucción de armas no convencionales no es una ciencia exacta.
Algunos informes a partir del 2005 muestran nuevas irregularidades a los acuerdos firmados de no proliferación de armas de destrucción masiva. La pregunta del millones ¿Si cae Gadaffi, que pasará con el potencial nuclear y de armas de destrucción masiva de Libia? La historia del programa nuclear libio, en El Heraldo de Chile.



Prehistoria nuclear
En 1975, Libia, ya bajo el mando de Gadafi, ratifica el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, signado por el Rey Idris al-Sanusi siete años atrás. El levantamiento que llevó al poder al coronel Gadafi el año 1969 había dejado en compás de espera la resolución de Libia en cuanto a unirse al club de los países libres de armas de destrucción masiva. Ese es el motivo oficial. Lo cierto es que en forma casi paralela, ya existía el germen de lo que llegaría a ser uno de los programas nucleares clandestinos más grandes del mundo.

Reactor de Tajoura (foto Globalsecurity.org)
Entre 1978 y 1980, Libia compró aproximadamente 2000 toneladas de uranio casi sin procesar en las minas de Níger, donde más tarde desarrollaría inversiones y donde en septiembre del año pasado se confirmó un robo de uranio por parte de Al Qaeda. En ese mismo periodo, la Unión Soviética desarrolla un pequeño reactor de 10Mw en Tajoura, que se convertiría en la base de los programas nucleares libios en el futuro. Como referencia, el Reactor de La Reina es de 5Mw y el de Lo Aguirre (propiedad del Ejército de Chile y entregado en comodato a la CCHEN), de 10 Mw.

Estas actividades científicas eran la cara visible del programa, estaban visadas por inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica y no reportaban, a simple vista, peligro alguno. Por detrás, ya se estaba haciendo acopio de uranio enriquecido y plutonio (desecho de los reactores de uranio), material apropiado para la construcción de armas.

Esquema Planta de Rabta (foto Globalsecurity.org)
El doble juego libio estaba desatado y también tenía una arista en cuanto a armas químicas. Mientras signaba la prohibición de la fabricación y almacenaje de armas químicas, en 1982, agentes del gobierno libio trabajaban consiguiendo precursores, básicamente, tras la cortina de hierro y en el mercado negro. Sin embargo también se cuentan al menos tres empresas de Alemania Occidental vinculadas a la edificación de la una planta química. Estas instalaciones fueron ubicadas en Rabta, iniciando las obras en 1984 y terminado cuatro años más tarde. Al verse descubierta en 1990 por los medios de comunicación occidentales, se cerró la planta en 1990, pero existen hoy datos de que para 1995 estaba funcionando a plena producción nuevamente. Lo cierto es que Occidente estaba perfectamente consciente de los desarrollos libios. En 1999, en negociaciones secretas con Estados Unidos, los libios ofrecieron desmantelar su programa de armas químicas, pero la exigencia de Estados Unidos respecto a asumir la responsabilidad del atentado de Lockerbe no permitió llegar a acuerdo.


Corriendo la cortina

Corría el año 1995 y la Agencia de Energía Atómica ya tenía suficiente material para dar a conocer ciertas inconsistencias del programa nuclear libio. Según la declaración emitida por la Agencia en esa época, Libia había hecho una “decisión estratégica de revigorizar sus actividades nucleares, incluyendo centrifugas de gas para enriquecimiento de uranio” lo que es una forma elegante y “polite” de decir que, a esas alturas, ya se tenían fundadas dudas respecto a la producción de combustible nuclear solo para fines pacíficos. Esta sería la primera campanada de alerta para la comunidad internacional, pero harían falta un par más para forzar a Libia a reconocer sus intenciones nucleares.

Aun al resguardo de los ojos del mundo, en ese mismo instante, Libia estaba enriqueciendo uranio en centrifugas de gas clandestinas. Estas centrifugas operan con Hexafloruro de Uranio (UF6), forma gaseosa del mineral y que mediante fuerzas centrifugas separan Uranio 238 y Uranio 235, este último, apto para fisión. Así, el uranio que naturalmente posee un basjísimo porcentaje de U235 (del orden 0.7%).aumenta. Existen varios tipos de centrifugas diferentes, pero hay una en particular, que tiene mucha historia detrás

Tras el proceso de verificación e inspección del desmantelamiento de los programas nucleares y químicos, sucedidos el 2003, los documentos recabados dieron luz sobre una hebra que ya se venía siguiendo desde hacía un tiempo. El programa nuclear en las sombras tenía entre sus principales actores al doctor Abdulah Qadeer Khan, padre del programa de armas nucleares pakistaní.

El doctor Khan estudió en Bélgica, Alemania y Holanda, país este último donde se desempeño en URENCO, una de las principales fábricas de combustible nuclear y centrifugas de gas, de propiedad compartida inglesa, holandesa y alemana. En este lugar tuvo acceso a diversos diseños de centrifugas, algunos incluso, que estaban en el papel todavía. Dentro de los modelos que el Dr. Khan conoció de cerca es la centrifuga G-1, que es la base de las centrifugas iraníes, según la información de inteligencia disponible. También tuvo acceso a los proyectos 4-M y SLM (más tarde TC-10) que eran las más avanzadas centrifugas en desarrollo a fines de los 70 y principio de los . Khan no aguantó la tentación y robó esta información, estableciendo una planta de desarrollo propia en Kahuta, estado de Punjab, Pakistan. Desde ahí, no solo surtió a su país de centrifugas y material fisible, sino que generó una amplia red de venta de material y documentación nuclear en el mercado negro.

Doctor A.Q. Khan (Fuente CBC)
Un poco de historia. En 1972, Pakistán estaba estudiando a través de PAEC (Pakistan Atomic Energy Commision) las opciones de hacerse de un arsenal nuclear, en respuesta a los desarrollos atómicos de la India, que culminarían el 74 con la prueba “Buda sonriente”. El llamado Programa 706 (también conocido como Proyecto 726 y Proyecto Kahuta) se desarrolló, según se sabe hoy, entre 1974 y 1983. Ese año, se hizo la primera prueba de un pequeño dispositivo nuclear. Pakistán estaba a las puertas de tener capacidad nuclear total y podía empezar a exportar su nuevo conocimiento, especialmente con miras a cubrir los enormes costos de desarrollo. Es aquí donde aparece Libia.

A través de una triangulación por empresas de Malasia y Dubai, la Kahn Reserch Laboratories (KRL) entregó a Libia material de uso dual que sólo sería inventariado debidamente el año 2003. Junto con las centrifugas, la línea Kahuta-Malasia-Tripoli abastecía a esta ultima de diseños de bombas provenientes de las investigaciones del proyecto 706. El proceso fue seguido con atención por los agentes del Comité Conjunto de Inteligencia británico, quienes dieron las primeras luces del negocio de KRL. La empresa, había movido su oficina a Dubai, país desde el que establecía tratos con sus potenciales clientes, como Libia o Irán, que a su vez eran abastecidos a través de empresas como Scomi Presicion Enginereeng, basadas principalmente en Malasia. El propietario de esta última, Bukhary Syed Abu Tahir, reconoció haber enviado centrifugas usadas pakistaníes a Iran, muy posiblemente G-1 o desarrollos cercanos.

Esto ya estaba en el límite de lo que Occidente estaba dispuesto a aceptar.



Ofensiva internacional. Pactos del 2003

Entre los años 99 y 2000, los servicios de inteligencia estadounidense y británico entregaron a diversos estamentos de sus gobiernos información sobre la conexión pakistaní y el nivel de avance del programa nuclear libio. Esto alimentó la ofensiva diplomática que Estados Unidos e Inglaterra desencadenarían contra el régimen de Trípoli.

Al recrudecimiento de las sanciones que pesaban sobre Libia desde los años 80 se sumaron una serie de inéditas declaraciones en instancias internacionales. Para mayo del 2002, por primera vez Estados Unidos denunció abiertamente en un foro internacional, el no cumplimiento del tratado de no proliferación por parte de un país signatario. El subsecretario para Control de Armas y Seguridad Internacional llegó a culpar a Cuba por haber sido parte de la triangulación de tecnologías duales a Libia y Siria. El mismo George Tenet, director de la CIA, declaró en el Congreso que “Libia claramente intenta restablecer sus capacidad de armas químicas ofensivas”. Así las cosas y con la invasión de la Coalición a Irak a la vista., Trípoli accedió a negociaciones secretas propuestas por canales de enlace ingleses.

Esto desembocó en un enorme proceso de verificación y destrucción de programas nucleares y químicos, desarrollados en tres fases.

Lanzador y misil SCUD
La primera fase consistió en remover de Libia la documentación de diseño de centrifugas y armas, hexafloruro de uranio para enriquecimiento, además de piezas claves de centrífugas, entre otros equipamientos. Fue en esta etapa donde la conexión con Khan quedó al descubierto y comenzó su persecución internacional. También fueron inhabilitados los vectores de lanzamiento de estas armas, retirando piezas clave de los misiles SCUD-C, que Libia tenía en su inventario.

La segunda etapa buscaba ir más lejos. Ya no bastaba con inhabilitar equipos y documentos claves. En esta fase, fueron removidos miles municiones químicas y fueron dispuestos los precursores para la produccion de estas en zonas seguras. Así también se retiraron más de mil toneladas de equipos, misiles SCUD, lanzadores, entre otros materiales. Lo más importante, fue el retiro de 15 kilos de uranio enriquecido, enviado a Rusia en cumplimiento de los acuerdos.

La etapa final comprendió el proceso de verificación de la destrucción de los programas e implicó el distanciamiento de Corea del Norte y Siria, otros países sospechosos de mantener programas nucleares en las sombras.

En la arista química, la planta de Rabta sería reconvertida para su uso biomédico y de industria farmacológica, asociado a la farmacéutica egipcia Nasr.

Este proceso permitió disminuir la presión sobre Trípoli, a la vez que abrió la puerta de la comunidad internacional a Libia, el fin de una serie de restricciones económicas y la apertura de una serie de programas de cooperación. Sin embargo, este no es el final de la historia.

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