sábado, 12 de febrero de 2011

Los Chiles de la Industria Cultural Global (Segunda Parte)

En esta segunda parte, nos acercaremos al tema desde cuatro Chiles mas, el Colonial, el exótico, Pasaporte chileno y Chile tangente.

Exoticos y cool, The Chilean Way
Otra de las formas de mirar a Chile que existe en el imaginario de la industria cultural es el de un país cool. Claro, lejano y medio desconocido, tener algo de Chile suena casi a tener una piedra lunar o un pedacito del Muro de Berlin. En el libro Generación X, de Douglas Coupland, uno de los tres protagonistas de la novela, se las da de baca´n comiendo arandanos chilenos, en la época en que eran fruta de exportación… ahora es un fruto bien corriente, de hecho, estoy tomando jugo de arandanos.

Nuestros peces también tienen su lugar en el cine. En Melinda y Melinda (Woody Allen), al igual que en Jurasic Park, los comensales se deleitan con la exótica idea de comer un pescado traído desde Chile… Lo extraño es que la lubina no es un pez endémico en Chile, donde, a lo sumo, tenemos un tipo de róbalo…

Pasaporte Chileno

Ronin, era el nombre que recibían en el Japón feudal los samurái sin amo y es también el nombre de la película que en 1998 John Frankenheimer puso en pantalla. Uno de los antagonistas es apresado por la policía en el aeropuerto de parís. No encuentra nada mejor para sacarse el pillo que gritar a los cuatro vientos que es nuestro compatriota, lo que en Francia parece no ser de muy buena suerte, termina muerto…

En la trilogía Bourne, específicamente en Identidad Bourne (2002) uno de los perseguidores del protagonista usa un pasaporte chileno, número 432ZZ45, para mayor abundamiento, lo que no está tan mal, pues nuestro pasaporte tiene, efectivamente una combinación alfanumérica de siete caracteres. Otra curiosidad es que el nombre clave de este perseguidor, estelarizado por Russell Levy, tiene una falta de ortografía, Manheim se escribe con dos n.


Tragedias Chilenas, el chile trágico

En Chile estamos acostumbrados a las desgracias y el cine se ha hecho eco. Mientras Elizabeth Hurley, en el rol de diabla, bromea diciendo que viene de hacer un terremoto en nuestro terruño, en "Al diablo con el diablo" (2000), en “Viven” se cuenta la historia, basada en hechos reales, del accidente trágico del vuelo 571, ocurrido en 1972 en nuestra cordillera. Los únicos chilenos de la historia son los hombres de la FACH, el arriero y unos periodistas huachos.



Chile por la tangente. El Chile Accidental

Tambien existe ese Chile accidental, de fondo, que no tiene ninguna importancia en la historia y que solo puede ser de orgullo para los chovinistas mas extremos. Una de las aristas mas freak es la de The associate (1996), exótica adaptación hollywoodense de la novela “El Socio” de Genaro Prieto interpretada por Whoopi Goldberg.

En 1998 se estrenó en USA la serie de Cristina Applegate, Jesse, que tenía un vecino, coprotagonista y pololo “chileno” llamado Bruno, hijo de un fabricante de neumáticos de Santiago… harto cruce con el estereotipo de macho latino, medio Tex-Mex e interpretado por el actor brasilero Bruno Campos

Más tangencial aun es la cola de un Lan-Chile en la primera gran película de Jackie Chan en Estados Unidos. Masacre en el Bronx (1996) de Stanley Tong es el film que muestra al avión de colores nacionales en el aeropuerto JFK de la Gran Manzana.

La tricolor enseña patria tiene su espacio en el cine y TV. Dos ejemplos son “Un día muy especial” del director Michael Hoffman. La toma es la siguiente: George Clooney y Michelle Pfeiffer pasean por el muelle, al fondo, mirando con cuidado, aparece la bandera de la estrella solitaria. En Futurama también aparece, esta vez en los juegos olímpicos del año 3004.

Los moais de nuestra posesión polinésica aparece en Mars Atack, donde Tim Burton desata su locura con marcianos jugando bowling con ellos. En la serie animada “The Critic”, un compañero de colegio del hijo del protagonista tiene cabeza de moai. Otro Moai sirve de casa a Calamardo en Bob Esponja.



Colonial, el Chile español

El gran Joseph Conrad, autor entre otras obras de la novela Nostromo que da nombre a la nave de “Alien el octavo pasajero”, también ambiento una de sus hostorias en nuestro país. Gaspar Ruiz es un huaso reclutado a la mala por los independentistas, se vuelve realista, se vuelva a hacer patriota y termina levantándose junto a los mapuches contra los chilenos. Vueltas de chaqueta, batallas, amor y acción a raudales.

Otro libro que saca a colación nuestra historia colonial es “Bajo el volcán”, de Malcolm Lowry donde se cuenta la historia de un ex cónsul británico medio borrachin. De yapa, el texto donde salen las loas a nuestra costa y menciones a O’Higgins y Robinson Crusoe.

Avecinábase la Guerra Mundial, junto con la ejecución de la hipoteca y con ella aproximóse la figura de su tío Macintyre, hermano de su madre, rico escocés con intereses financieros en América del Sur, que hacía mucho había profetizado el fracaso a su cuñado y a cuya enorme influencia se debía sin duda, no obstante, que en seguida y ante el asombro general, el capitán Constable se convirtiera en Cónsul norteamericano en Iquique.

¡Cónsul en Iquique!... ¡O en Quauhnáhuac! ¡Cuántas veces trató Yvonne, en medio de la agonía que sufrió aquel último año, de liberarse del amor que sentía por Geoffrey, y procurando prescindir de él mediante razonamientos, análisis, introspección! —¡Cristo, después de haber esperado y escrito, al principio sólo abrigando esperanzas con todo su corazón, luego urgente, frenética, por último desesperada, aguardando y espiando cada día para ver si llegaba aquella carta: ah, la diaria crucifixión del correo!

Yvonne miró al Cónsul, cuyo rostro pareció por un momento asumir aquella expresión meditabunda que recordaba con tanta nitidez haber visto en su padre durante los largos años de la guerra, en Chile. ¡Chile! Era como si aquella república de estupendo litoral, aunque de estrecha periferia, en donde todos los pensamientos iban a converger en el Cabo de Hornos o en la región de los nitratos, hubiera ejercido cierta influencia atenuante en la mente de su padre. Porque, ¿sobre qué cavilaba en concreto su padre durante toda esa época, más aislado espiritualmente en la tierra de Bernardo O'Higgins, de lo que otrora lo estuviera Robinson Crusoe a sólo unos cientos de kilómetros de las mismas riberas? ¿Acaso sobre el resultado de la guerra misma, o sobre oscuros convenios comerciales que él mismo iniciara, o sobre la suerte de los marinos norteamericanos varados en el Trópico de Capricornio? No; se trataba de una única idea que no llegó, empero, a producir sus frutos sino hasta después del armisticio. Su padre había inventado una nueva especie de pipa, complicada hasta la locura, que para limpiarse exigía el desmonte de sus piezas separadas

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